Besos de Cecilia Cagliari

 

 

Guille

Hace unos días iba caminando por la peatonal que rodea el Centro Pompidou, los obreros estaban desarmando una exposición, sacaban los paneles de yeso que habían servido para colgar las obras y los tiraban en un montón desordenado. Cuando los albañiles fueron a buscar mas paneles y el montículo de yeso se quedó solo, pasó un grupo de turistas japoneses. Se amontonaron alrededor y comenzaron a sacarle fotos.

Realmente podría ser una obra de arte contemporánea, un montículo de yeso. Y los japoneses haciendo fotos podría ser un happening.

El argumento con el que la gente suele desestimar el arte moderno es “eso podría haberlo hecho yo”. Sin saber que esa era justamente la intención.

Ante una tela en blanco, ante unas rayas desordenadas, hasta una estatua envuelta en celofán: “Eso podría haberlo hecho yo”.

Ese era el objetivo del arte moderno del siglo XX: “Que la poesía sea hecha por todos, no por uno”. Como dijo Lautrement.

 Es curioso que con este objetivo el arte contemporáneo se alejó de la gente y se volvió un arte para una elite. La expo actual del centro Pompidou (Arman) se emparenta con los pedazos de muro destruido al que los turistas japoneses fotografiaban.

Hay un capítulo de los Simpsons donde Homero se vuelve loco y agarra a patadas un calefón, pasa una crítica de arte (como los turistas japoneses) y lo considera un gran artista.

 ¿Qué diferencia hay entre un piano destrozado por Arman y un piano victima de la torpeza de los demenageurs? Unos miles de euros, sí, pero no solamente. Hay una diferencia metafísica, a la que el precio exorbitante contribuye. 

Creo que Arman era un genio y la belleza de sus obras es innegable.

 La anécdota es lo que queda: lo que puede contarse. El cuento por excelencia, el pretérito indefinido que corta el tiempo.

La anécdota es la historia y contamina toda la imaginación. Alguien puede pasarse toda la vida mirando la tele, hasta que le llega su anécdota, por ejemplo asesina a un presidente. Entonces para siempre sera: “el hombre que mató al presidente”.

 Aunque ni siquiera se enteren, a todos los hombres nacidos después de Elvis les llega el momento en el que sueñan con ser estrellas de rock. Hagan lo que hagan, digan lo que digan, les llega el día (en el ascensor, a solas en el living, sentados en una plaza) donde se despierta su obsesión de libertinaje.

Todos los hombres quieren ser estrellas de rock. Y no creo que haya en el mundo nadie que realmente lo sea, porque nadie puede ser una imagen. Mick Jagger, en su intimidad, está contaminado de realidad.

Con esto llego a lo que quería contar: La mañana que Cecilia se despertó convertida en estrella de rock.

Después de la operación (a los 17) no sólo tenía tetas nuevas. Esa fecha inauguró su carrera de artista. El moldeado de sus senos, se podría decir, fue su primera obra.

 En la casa de Diego me habían hablado de ella. Era una travesti rubia de ojos celestes que “tenés que verla” decían además que tenía dos metros de altura. Hacía happenings en vivo y se había acostado con un ex presidente francés, sin que éste se enterara nunca de que ella era…Un hombre.

Llegué a la discoteca solo, a las once y media de la noche, el concierto comenzaba a las 12. Digo concierto para usar una palabra. En realidad es una serie de happening más o menos musicalizados que todo el tiempo pasa al borde de la nada, pero que termina por embrujan al espectador.

El show de esa noche, Bisous, mostraba un grupo de personas desnudas (Cecilia mantuvo durante todo el espectáculo un string celeste y los senos al descubierto), imágenes grabadas de Cecilia, imágenes de la tele, guitarristas que Cecilia besaba o abofeteaba, y hasta un caballo.

Durante todo el espectáculo (y aun ahora) me hice la pregunta tan tipica del arte moderno: ¿Es una estupidez o una obra genial?

Con todo, lo mejor del espectáculo, para mí, fue cuando ella apareció sola con su guitarra acústica y cantó unas canciones simples en italiano, momento sublime.

 Nació en Argentina y vino a París hace apenas dos años, estrenando con ese viaje la nueva talla de corpiño. Ese tiempo desde su llegada le bastó para convertirse en reina del rock travesti y componer un disco que acaba de salir “Bisous” que se vende a la salida de sus espectáculos (me encanta).

 La fui a ver después de su presentación y dije “yo también soy argentino” , como un pasaporte estúpido para poder franquear la fauna de sus admiradores que se amontonaban con cámaras de fotos, flores y hasta con un gato pequinés. La frase funcionó y pude sentarme en la silla roja de su camarín y charlar un poco con ella. Pero la transcripción de esa charla, la dejo para otro dia.

 He visto que en el transcurso de este texto las cámaras de fotos aparecen todo el tiempo, quizás como tentativa de atrapar un arte que a pesar de todo, es efímero.

Acerca de sietecuidades

Siete cronistas para siete ciudades. Los lunes Federico desde Buenos Aires, Pablo desde Madrid los martes, desde Taipei los miércoles Iker, en movimiento trashumante desde la Ciudad Autónoma de Mis Zapatos Juliat cada jueves, Sergio desde Nueva York los viernes, desde Beijing llega los sábados Guille, y los domingos Daniela desde Cochabamba.
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